A pocas cuadras de Teatro Auditorium, sede principal del Festival de Cine de Mar del Plata, se gestó durante cinco días una iniciativa, autoconvocada y autogestionada, de directores, productores, críticos y trabajadores del cine argentino, en respuesta a la gestión actual que maneja el INCAA. En el teatro Enrique Carreras, sede de Contracampo, se pudieron ver muchas películas argentinas que usualmente se proyectarían en el Festival de Mar del Plata. Además, hubo charlas y actividades vinculadas sobre los pasos que debería tomar el sector audiovisual argentino para enfrentar la crisis que se vive.
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Bendito Spoiler pudo charlar con Andrés Medina (director, editor) y Rogelio Navarro (director, productor), quienes forman parte del grupo que organizó Contracampo. La entrevista fue realizada por Julieta Robledo y Victor Albornoz.

- ¿Cómo han sido estos dias de Contracampo? ¿Qué balance hacen?
RN: Estamos muy contentos, hoy es un lunes soleado (ayer llovió bastante). Teníamos un poco de miedo por la convocatoria, pero a las 10 de la mañana que abrimos en la boletería ya habían dos cuadras de filas y entradas agotadas. Estamos muy contentos.
AM: También nos damos cuenta de que en los debates que se dan después de las películas la gente se queda hasta en los pasillos para hablar. Lo mismo para las charlas que se hacen en la Sala del Gran Pez. El gran objetivo que teníamos era generar una discusión en torno al cine argentino y al momento actual que vive, no podríamos estar más felices.
- ¿Cómo surgió la iniciativa de Contracampo y cómo fueron los primeros encuentros para lograr esto?
RN: Yo no tengo muy en claro cuál fue el momento exacto en el que empezó. Había muchas personas más o menos con la misma idea: hacer algo durante el Festival de Mar del Plata para no perder un espacio en el que todos nos reconocemos. A fines de junio nos empezamos a juntar. Somos un grupo autoconvocado y autogestionado, muy diverso e incluso arbitrario, todos venimos de distintos ámbitos, de distintas experiencia y recorridos. Nos unía esto. Hacer una acción urgente y defender un espacio, eso nos ordenó. Después, fuimos entendiendo que lo más oportuno era una muestra, pasar a la acción y habilitar cierta discusión que andaba flotando en aire. Reunirnos como sector. También algo que nos tiene muy contentos es que la ciudad acompañó. Queríamos que el público que suele venir a Mar de Plata tenga las películas que estaban acostumbrados a ver. El pueblo marplatense es realmente sorprendente. Yo hago boletería, y en los primeros días tenía un perfil más explicativo, después me di cuenta de que no era necesario. La gente sabe de la programación, conoce los directores, los recuerda de ediciones anteriores. Hay un público muy fiel e interesado. Gente que no tiene nada que ver con la actividad más que su aproximación entusiasta. Gente que se anima a participar en la charla sobre la Ley de Fomento, por ejemplo. Eso está mucho en la gesta de como pensamos hacer una acción que rebasara la toma de posesión para con lo que está pasando en el INCAA.
AM: En los primeros encuentros todo el mundo estaba pensando en que había que hacer algo durante el Festival de Mar del Plata porque es el síntoma de cada año de cómo anda el instituto y como se van a estrenar las películas. Entonces nosotros contactábamos a las películas y éstas estaban en la duda de si mandarla al festival o no. Quizás haciendo del estreno como una declaración de principios. Después pensábamos que alguien podría ir viendo el tema de las salas y cuando nos queríamos dar cuenta ya estaba una persona haciendo eso. Si bien fue algo muy espontaneo, sí nos da la sensación de que estamos continuando un espíritu que flota en todo el sector.
- ¿Tuvieron alguna dificultad o resistencia por parte de la ciudad o de alguien en hacer esto?
RN: No, por la naturaleza de la acción siempre estuvo en una posición frágil. Inversores es una palabra grande, pero los organizadores (nosotros) estamos comprometiendo nuestros ahorros para pagar una sala. Ahí fue clave el acuerdo con el Teatro Enrique Carreras que son coproductores de la acción. Hay una generosidad absoluta. Armamos una sala de cine donde no había. La sala, el servidor, el sonido, todo ese armado fue muy complejo, pero sobre la marcha encontramos un montón de voluntades. Ahora mismo estamos en el Restaurant Bar Sin fronteras que nos dan los almuerzos y las cenas. Un montón de gente se acercó. Hay unas chicas que hicieron volantes y están entregándolos por toda la ciudad. Hay gente que se acerca y nos trae alfajores y churros para los voluntarios. Al principio éramos unos loquitos queriendo hacer un cine sin saber si la gente iba a venir. Pero la generosidad era y es total.
AM: Los directores y las películas son colaboradores. Son partes de la acción en el momento que deciden pasar su película en un espacio espontáneo como este. Tuvimos problemas con películas que al principio iban a proyectarse, pero después se bajaron porque hay un sistema bastante depredador y extractivista de los festivales europeos que te exigen tener el estreno mundial para que se puedan pasar, por lo menos, en una sección competitiva. Con varios de esos festivales (incluso con uno argentino) hicimos ese contacto para tratar de que entendieran que esta movida era una acción política y no tenía necesariamente que ver con el circuito de festivales, pero no hubo manera. Dentro de los pensamientos que despierta Contracampo me gustaría aprovechar para pensar en cómo seguimos abonando a este sistema en el que películas argentinas tienen que pasar un año paseando por festivales tratando de conseguir el reconocimiento afuera antes de encontrarse con su público. Incluso mostrarse en los lugares donde fueron hechas. Vale la pena decir que hay muchos que querían participar de Contracampo y no podían.
- ¿En qué momento se dieron cuenta que la actual gestión del INCAA tenía una lógica de mercado?
RN: Fue inmediato a la llegada del presidente actual. En la prensa se hablaba de Carlos Pirovano como un interventor. Hubo despidos inmediatos y muchas cosas no se explicaron. Que el anuncio del festival apareciera en el boletín oficial y no en la propia página del festival ya decía muchas cosas. La gestión actual entiende esto de una manera muy distinta. Nosotros no creemos que en una película sea determinante su masividad para leerlas como buenas o malas. No es una idea que compartamos en lo absoluto. Después hay más cosas. Desde lo más grande, un presidente del INCAA diciendo que ver películas argentinas es una tortura y riéndose de La Noche de los Lápices o al menos convalidando con una risa en una entrevista. A cosas más pequeñas que van apareciendo. Ayer en la charla que hicimos de ¿Qué festival necesitamos? muchos directores de distintos festivales (que también trabajaron con Mar del Plata) contaban el panorama. Nos fuimos enterando de muchas cosas sobre la marcha, pero luego las confirmamos. No solo está muy expulsado el sector, sino también la ciudad. Venimos de un festival con un programa país donde las escuelas venían o donde todos los voluntarios tenían un convenio con la carrera de cine. Los voluntarios eran estudiantes de cine, hoy no, son estudiantes de universidades privadas de la carrera de turismo, osea hay una lectura muy distinta sobre la matriz productiva en relación con la gestión del INCAA y con Mar del Plata. Es un festival que nos deja fuera a los cineastas y a la ciudad. No hay cosas libres que se puedan ver, solo estamos recibiendo gestos hostiles. Hubo un llamado a concurso, pero lo demás nada.
- ¿Alguien de la gestión actual, ya sea del INCAA o del Festival de Mar del Plata se acercó a hablar con ustedes?
AM: Los invitamos a los directores del festival a la charla que tuvimos ayer de ¿Que festival necesitamos? Confirmaron y después no pudieron venir. No quiero hacer de su cancelación una lectura porque al hacer un festival pasan cosas, pero sí, nos cancelaron la noche anterior. Nuestra posición es de profundo amor y defensa al festival, no negamos el dialogo. Tenemos ideas que nos gustaría decir y eventualmente en una conversación que se tiene que dar.
RN: También hay que decir que Contracampo está anunciado hace mes y medio. Ellos también se pudieron haber comunicado con nosotros si iba a ver una acción critica o si querían establecer una conversación. Cuando nosotros lo hicimos no fue muy cómoda, no se podían en ciertos horarios y demás. Ellos sugirieron tener esta discusión en Buenos Aires. Se está demorando bastante la entrada de ciertos temas y ciertas inquietudes que tenemos en la política oficial en la que ellos se alejaron bastante. Se encargaron de aislarse, son personas que viven en Estados Unidos, que no vinieron nunca al festival. Nosotros fuimos a la apertura y no conocíamos a nadie. Nosotros que hacemos cine y que hace tiempo estamos en esto y no reconocimos a nadie. Es desolador ver que un emblema del cine argentino de repente está vacío de las personas que hacen el cine. De igual manera, más allá que no nos gustó el trato para con nosotros o cómo se están dando las cosas, necesitamos urgentemente la conversación.
- ¿Por qué creen que el INCAA fue uno de los primeros objetivos de Milei en campaña y ya siendo presidente?
RN: Siento que entra en el marco de esa batalla cultural que, como concepto, no es tan original. En España está pasando lo mismo, dicen que “los señoritos hacemos películas con el dinero de los impuestos”, es lo mismo. En Argentina es todo es más grotesco, entonces acá estamos filmando con el hambre de los chicos de Chaco. Atacan los espacios de símbolos culturales. Es una lástima, incluso leyendo la situación desde su perspectiva. El cine tiene un impacto económico inmediato en los lugares que se filma. Hay una activación territorial con un rodaje, hay una industria fuerte pujante que creció y que es reconocida en el mundo. No dediqué mucho tiempo a tratar de entender, creo que es una tendencia que se repite en todos lados en donde la derecha avanza. Es parte de esa purga ideológica, pero tiene que ver con cuestiones intangibles que hacen que la identidad cultural de un país sea lo primero que combaten.
AM: El otro día uno de los productores que participaba en una de las charlas reflexionaba sobre esto y decía que ellos no terminan de vaciar el INCAA por el costo político que puede tener, pero que también porque hay un beneficio, que es que, cada tanto que el gobierno necesita un favor o está bajo la lupa por algo, siempre salen institutos como el INCAA o CONICET para que sean usados como bolsa de boxeo. Para poder dar y hacerles una especie bullying público. Venimos con este discurso de que la cultura está llena de vagos y de parásitos del Estado. Sumado a la ignorancia y desinterés por el cine, nos deja en un lugar instrumental para una política que tiene la mirada en otro lado, como la política neoliberal y de mercado. En ese sentido creo que no tienen una especial ensaña con el cine o una idea de cómo debe ser el cine argentino, es solo un instrumento más dentro de una política.
- ¿Creen que esto puede ser una respuesta al acto y la foto con Sergio Massa que se hizo el año pasado en la inauguración del festival en plena campaña?
AM: Yo creo que la foto con el candidato se fetichizó demasiado. Fue un síntoma de algo, podemos reflexionar sobre eso, pero como acto político no es tan influyente. Confirmó unos sentidos comunes que ya venían. Para mí hay cierta tendencia y miopía, que hubo en otros momentos de gestión quizás peronista que también nos trajo hasta este punto. Hay una especie de miopía también en ese acto de confirmar que «somos un sector cerrado sobre cierta idea partidista y no vamos a buscar o explicar por qué el cine es importante», tampoco se juega ahí. También es importante decir que en ese momento había un candidato que estaba amenazando con destruirnos y otro que podía llegar a continuar ciertas bases de las políticas anteriores. En ese sentido había una cuestión de supervivencia del cine argentino en el cual, ni siquiera muchas de las personas que aparecen en esa foto estaban de acuerdo con lo que estaba pasando. A varios les hubiera gustado hacer esto de otra manera, pero era un momento bastante desesperante. Parte de la construcción de una nueva manera de hacer políticas con el cine argentino es también dejar de fetichizar actos aislados y empezar a pensar en estructuras de bases más grandes y conversaciones más importante que esos actos simbólicos circunstanciales.
- ¿Creen que la aparición de Contracampo pueda ser usada como excusa para la no organización del Festival de Mar del Plata el próximo año?
RN: No, hay algo que pasó que es muy concreto. La mayoría de la gente que viene de otros sitios vino por Contracampo. La gente no sabía si se iban a estrenar películas entonces no iban a venir. Ante una gestión que desprecia y desconoce la cinematografía nacional era incomodo venir. Contracampo fue ese bálsamo. Hay gente que vino a Mar del Plata para ver qué pasaba en Contracampo. Tenemos una sola sala y aun así tenemos más programación de cine argentino que el Festival de Mar del Plata. Además, tenemos fílmico y actividades especiales, cosas que no tiene el festival. Obvio, también hay gente que vino hacer las dos cosas. Lo más importante es que Contracampo no es un festival y no queremos ocupar ese espacio, no podemos hacerlo. Estos meses de trabajo gratis tampoco llegan en el mejor momento. A nosotros nos encantaría no tener que hacer acciones urgentes en defensa de nuestro trabajo. Nosotros lo que queremos es trabajar, hacer películas. No pretendemos ocupar el espacio y no creemos que esto puede ser usado como excusa para eso. El Festival de Mar del Plata tiene una línea que nos expulsa, pero igual hay un interés en que continue. Capaz se viene un perfil destino, Guillermo Montenegro dijo que quería hacer un Festival de Netflix. No le salió, capaz lo sigan intentando. No creo que esto (Contracampo) haga mucha mecha en eso. También el Festival de Mar del Plata es el único de tipo A en Latinoamérica. Eso no se puede perder y es algo que ellos no lo entienden. Ellos lo saben, lo tienen en mente, pero no lo entienden. Nadie quiere perder el festival, solo queremos señalar una línea que nos expulsa. Y no creo que Contracampo encuentre en Mar del Plata su única vía de expresión. Ayer lo decían algunos directores y productores que presentaron sus películas, que Contracampo puede ser la punta de lanza de algo más grande, que puede ser la unión o el intento de unión del sector desde una óptica nueva. Hubo muchos intentos de agrupamiento, pero las circunstancias cambian.
- Con todo este escenario, ¿cómo se sigue la lucha?
AM: Estuvimos hablando sobre eso, no está claro, hay distintas posturas, pero en lo que sí nos parece que hay cierto consenso es que lo primero que se abrió con Contracampo es un espacio de exhibición de películas alternativas. Acercar películas que otra manera no podían haber aparecido. Se están viendo cintas en calidad excelente con una gran convocatoria. Ya hay ideas de que ir a provincias, escuelas, ser parte de la exhibición y el encuentro de las películas con su público. Esta idea de que el cine argentino es malo y que la gente no ve cine argentino es por falta de políticas culturales de exhibición. Desde Contracampo eso emociona. Pero hay cosas más urgentes también, hay que pensar en una nueva ley de cine, la presentación de una cinemateca nacional, entre otras cosas.
RN: Mi mayor preocupación es que las películas que están en Contracampo se filmaron antes. Este año no se filmaron películas con la ayuda del instituto, solo con plataformas, entonces estamos preocupados por el hacer. Yo no se cuantas películas argentinas van a estar listas para proyectarse el próximo año. Pero así es todo, todo el tiempo, todo junto. Hay que pensar en todo. También hay que hacer una revisión de cómo se entiende la política cinematográfica, la preservación, la exhibición, la formación de espectadores; Son patas que estaban más o menos articuladas pero que hoy hay que revisar completamente. Estamos acá para participar de esa conversación o generarla.
- Con los resultados que han tenido hasta ahora, ¿piensan hacer Contracampo el próximo año?
RN: Ojalá.
AM: Pensar que podemos ser más cosas. Llevar películas a otras provincias, escuelas, debates, puede ser otra cosa que lleve otro nombre. Algo que nos saque de esta parálisis que nos trajo esta nueva gestión y este momento del cine argentino.