Bendito Spoiler

Crítica de ‘The Narrow Road to the Deep North’, serie con Jacob Elordi

La serie, para Latinoamérica, llega a Universal+ el 18 de abril. La historia sigue la novela de Richard Flanagan.
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La miniserie australiana basada en la novela de Richard Flanagan (ganadora del prestigioso Booker Prize), The Narrow Road to the Deep North, presenta una poderosa interpretación de Jacob Elordi como Dorrigo Evans, un cirujano militar atrapado entre la brutalidad de la guerra y el recuerdo de un amor prohibido que marcó su destino. Una historia de cuerpos rotos y memorias que no cicatrizan. La serie dirigida por Justin Kurzel (The Order), llega este 18 de abril en Universal+, y es imposible salir ileso de ella.

El mundo es una paradoja: mientras algunos amantes parecen estar inventándolo, entre atardeceres frente al mar, poemas susurrados y besos clandestinos, otros seres humanos caminan por un mundo azul y devastado donde el horror toma forma de guerra, campos de prisioneros y silencio.En ese tejido que entrelaza belleza y espanto, Kurzel hace una transposición valiente y contemplativa de la novela.

The Narrow Road to the Deep North, dividida en cinco capítulos, se sumerge en tres líneas temporales que dialogan entre sí como fragmentos de una memoria fracturada. Allí conocemos a Dorrigo Evans (Jacob Elordi) como un joven antes del cautiverio, luego como prisionero en una selva japonesa espinosa, y finalmente como un hombre fracturado, ahogado por la memoria y la culpa, interpretado con una gravedad magnética por Ciarán Hinds.

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Kurzel elige la intimidad como lenguaje. En particular, cuando Dorrigo conoce a Amy Mulvaney (Odessa Young), esposa de su tío, en una lectura de poesía. Ella le comparte un poema. Un verso que lee «You burn me». Es ahí donde el fuego se enciende al estilo de una novela de Nicholas Sparks. La serie despliega una puesta sensual y contemplativa, donde el deseo se funde con los paisajes abiertos y húmedos de una Australia luminosa. Naturaleza y cuerpos, pasión y el dolor de lo prohibido. Odessa Young aporta fuerza, contradicción y un profundo sentido de agencia a su personaje, otorgándole una dimensión emocional que logra que el relato escape ciertos clichés típicos en estas historias.

Jacob Elordi y Odessa Young en The Narrow Road to the Deep North

Pero luego la belleza da paso a la brutalidad. La selva japonesa se vuelve escenario del terror, de la obediencia forzada y del cuerpo sometido para construir el ferrocarril imperial japonés. Kurzel invoca el espíritu de El puente sobre el río Kwai (1959), pero lo atraviesa con una crudeza aún más visceral. Su foco no es sólo la guerra como un tablero absurdo, sino también como un espacio donde los vínculos masculinos se forjan con barro, hambre y muerte. Kurzel filma lo invisible: la soledad compartida entre prisioneros, los silencios que dicen más que los gritos, el dolor que une a quienes ya no tienen nada más que sus cuerpos raquíticos y sus últimos martillazos como la única forma de seguir vivos.

La estructura en flashbacks no obedece a un capricho narrativo. Es, más bien, una forma de traducir el trauma y la memoria, como un mapa roto que nadie quiere recorrer, pero al que siempre terminamos volviendo, buscando sobrevivir. La edición también adquiere un valor expresivo clave, entre contemplativa y elíptica, que además subraya la distancia emocional de Dorrigo con el mundo luego del trauma.

Además, la fotografía y el uso del color acompañan la lógica interna de este personaje. Los tonos cálidos, naturales y dorados que marcan el tiempo del amor y contrastan con una  paleta opresiva y azulina luego del cautiverio.

 Jacob Elordi prisionero en The Narrow Road to the Deep North

Uno de los momentos más conmovedores llega hacia el final, cuando el arte se convierte en trinchera sensible. Un cuaderno con dibujos realizados por un prisionero funciona como huella de lo vivido y vehículo de la memoria. En pleno discurso de Dorrigo en la piel de Hinds, Kurzel entrecruza  los rostros presentes en la galería de arte con los de los prisioneros muertos, que resulta en la silueta de ‘una última cena’. Cada trazo, cada rostro, es belleza y espanto, es la paradoja de este mundo. Porque a veces para seguir respirando, hay que morir donde uno dejó de vivir.

El resultado de Kurzel es una miniserie que pone la lupa en trauma que parece indomable y la memoria como resistencia, con pasajes de un amor pasional como suero mientras el mundo quema con un Jacob Elordi que sigue demostrando su capacidad para dar vida a hombres fracturados.

Nuestra opinión de la serie ‘The Narrow Road to the Deep North’

4.5 out of 5.0 stars