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Clara Kovacic en Un susurro invocó mi nombre

‘Un susurro invocó mi nombre’, folk horror de Emilia Cotella y John Mathis

La película combina folk horror, misterio y tragedia en una propuesta intensa que refuerza el crecimiento del terror argentino. Esta es nuestra crítica.
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Clara Kovacic en Un susurro invocó mi nombre

El terror argentino viene creciendo en audacia y en identidad propia, y Un susurro invocó mi nombre se inscribe dentro de ese impulso con una mezcla de ambición y encanto desparejo. La película, ópera prima de Emilia Cotella junto a John Mathis, toma elementos del folk horror y los ubica en las sierras cordobesas. Lo interesante es observar cómo ese entorno familiar se vuelve extraño a medida que el filme avanza y deja ver que algo del pasado quedó vibrando bajo la superficie.

La historia sigue a Carla, una joven que vuelve a su pueblo una década después de un ritual con ayahuasca que terminó en tragedia. Aquella noche marcó a todo su grupo de amigos: una de ellas, María, murió de manera violenta estando embarazada, y el resto cargó desde entonces con una culpa que nunca mermó. Ahora, otro integrante del grupo se quita la vida y Carla regresa para el funeral, sin imaginar que la misma fuerza que destruyó su adolescencia sigue acechando y quiere cerrar un ciclo inconcluso.

Es en ese retorno que late el corazón emocional de la cinta. Una espectacular Clara Kovacic encarna a Carla con una mezcla de desgaste y determinación que sostiene el relato de principio a fin. Como siempre, se la nota cómoda en el género, aportándole una intensidad que, en esta ocasión, raramente encuentra eco en las interacciones con los personajes secundarios. Aun así, su presencia mantiene el tono del filme unificado, incluso cuando la narrativa se dispersa.

Lo mejor de Un susurro invocó mi nombre es su construcción de la atmósfera. La fotografía convierte las sierras en un terreno claustrofóbico, y la música de Pablo Fuu acompaña con un ritmo inquietante que eleva incluso las escenas más íntimas. A eso se suman efectos prácticos cuidados y un diseño sonoro que sabe cuándo sugerir y cuándo golpear.

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La película, sin embargo, tambalea cuando intenta conciliar introspección, mitología y paranoia colectiva. El guion avanza entre esas capas sin terminar de decidir cuál pesa más, lo que genera cierta irregularidad en el tono. Por otro lado, varios diálogos no llegan a sonar del todo naturales, algo que afecta en particular a los personajes más jóvenes, cuya presencia pierde fuerza en los momentos clave.

Aun con ese vaivén, la propuesta encuentra impulso en su ritmo. La cinta no se queda dando vueltas y utiliza bien su duración, algo que le permite sostener la tensión incluso cuando la historia se desordena. Hay imágenes potentes, y la idea del pueblo entero como una entidad que vigila y reclama resulta especialmente atractiva, aunque uno desearía que se explorara con más profundidad.

Clara Kovacic en Un susurro invocó mi nombre

Un susurro invocó mi nombre es un filme irregular pero valioso, que suma una interesantísima nueva voz al panorama del terror local. Técnicamente impecable, narrativamente inquieta y por momentos caótica, es una obra que apuesta y arriesga. Aunque no siempre encuentre el equilibrio, demuestra que el género en Argentina está en un momento fértil y dispuesto a seguir experimentando.

Nuestra calificación de Un susurro invocó mi nombre

3.5/5 = Buena

Ficha técnica

  • Un susurro invocó mi nombre (2025)
  • Dirección: Emilia Cotella, John Mathis
  • Guion: Emilia Cotella
  • Elenco: Clara Kovacic, Bianca Mitnik, Antonio Kassab, Andrés Malakkian, Valeria Beltramo, entre otros
  • Fotografía: Samuel Watson
  • Música: Pablo Fuu
  • Duración: 85 minutos

Esta película forma parte de nuestra cobertura del BARS XXVI