El susurro llega como una nueva apuesta dentro del terror rioplatense, un terreno que en los últimos años viene creciendo con fuerza y demostrando que el género puede tomar caminos muy distintos a los del mainstream. En esta ocasión, Gustavo Hernández Ibáñez experimenta con una mezcla de registros que se entrelazan sin obedecer demasiado a las etiquetas. Su película propone, desde el arranque, un recorrido inquietante que va del drama familiar al horror más visceral, apoyándose en atmósferas densas y un uso muy preciso del sonido.
La cinta sigue a Lucía y Adrián, dos hermanos marcados por un padre tan violento como enigmático, que buscan refugio en una casona perdida en medio de un paraje rural. Ese escenario, con su aire detenido y sus rincones oscuros, parece preparado para un relato de casa embrujada, pero Hernández no se queda ahí. Una microcámara escondida en el gato que merodea por la zona funciona como un portal hacia otra capa del filme, revelando que sus vecinos están involucrados en actividades mucho más siniestras de lo que cualquier espectador podría anticipar en los primeros minutos de visionado.

A partir de ese descubrimiento, El susurro comienza a moverse como un organismo inquieto. Salta entre subgéneros, prueba tonos, tensa sus propias reglas. Hay momentos que coquetean con el home invasion, otros que se permiten entrar en lo sobrenatural y más tarde incluso aparecen elementos característicos del snuff que desplazan el eje por completo. Esa combinación tiene sus riesgos: a veces se siente forzada, como si el filme quisiera abarcar demasiado, pero aun así mantiene una coherencia emocional sostenida por las actuaciones de Ana Clara Guanco y Marcelo Michinaux, que logran darle corazón a un relato que podría haberse vuelto meramente mecánico.
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Lo más interesante es la forma en que la cinta explora el concepto de herencia a través de las herramientas del terror. Lucía carga con un pasado que nunca termina de explicarse del todo, pero que se percibe en cada gesto, en cada decisión desesperada para proteger a su hermano. Hernández apuesta por sugerir más que por explicar, y esa economía narrativa le da una profundidad espontánea a los vínculos. Desde lo visual y lo sonoro, lo nuevo de Hernández se apoya en la creación de atmósferas donde cada crujido y cada sombra moviéndose fuera de campo contribuyen al sostenimiento de un tono ansioso que se mantiene de principio a fin.


En definitiva, El susurro propone un recorrido extraño, imperfecto, pero siempre vivo. En su apuesta por mezclar tradiciones del género y tensiones familiares profundas, encuentra un espacio propio dentro del terror latinoamericano. Y aunque sus cambios de rumbo puedan descolocar, la película demuestra que todavía es posible quebrar las reglas de la narración tradicional y salir airosa. Si uno entra dispuesto a dejarse llevar, no tarda en descubrir que el título no exagera: hay algo en esta historia que sigue murmurando mucho después de que termina.
Nuestra calificación de El susurro
4/5 = Muy buena
Ficha técnica
- El susurro (2025)
- Dirección: Gustavo Hernández
- Guion: Juma Fodde
- Elenco: Ana Clara Guanco, Luciano Cáceres, Marcelo Michinaux
- Edición: Gustavo Hernández, Santiago Paiz
- Fotografía: Santiago Guzmán
- Música: Hernán González Villamil
- Duración: 100 minutos
Esta película forma parte de nuestra cobertura del BARS XXVI


